La relación entre hermanos es una de las más importantes que se establecen a lo largo de la vida y que condiciona las relaciones futuras. ¿De qué manera los padres podemos ayudar a crear un vínculo correcto entre ellos? ¿Cuáles son los errores que debemos evitar? Hablamos con la educadora Tania García, autora del libro “Hermanos”, sobre este tema.

Durante el embarazo, ¿cómo podemos preparar a nuestro hijo para la llegada del hermanito?

Es muy importante preparar juntos la llegada de un hermano. Eso va a hacer que conectemos buenos sentimientos entre ellos y que creen buenos recuerdos.

Tenemos que explicar a nuestro hijo la llegada de un hermano de una manera natural, con mucha amabilidad y mucho respeto, y atendiendo a todas sus dudas y todos sus miedos.

Además, se debe tener en cuenta un aspecto importante: el primer hijo es el primero, pero ser el primero no significa ser el mayor, pues sigue siendo un niño. Por lo tanto, no debemos etiquetarlo desde entonces convirtiéndole en “el hermano mayor”, con todas las connotaciones que esto conlleva. Y no solo por él, sino también por la forma en la que nos comportaremos como adultos integrando que posee una madurez que realmente no tiene.

Una vez que el bebé ya está en casa con nosotros, ¿cómo debemos actuar con el primogénito?

La nueva relación que comienza en los primeros días que los hermanos pasan juntos en casa tendrá un papel relevante en muchas áreas de sus vidas, incluyendo el óptimo desarrollo cerebral de ambos.

Si hemos realizado un acompañamiento correcto de esta nueva situación durante las semanas previas, debemos entender que es normal que nuestro primer hijo necesite tiempo para integrar esta nueva vida. Puede que notemos que empieza a tener dificultad para dormir, que sufre terrores nocturnos, que tiene más frustración… Y otros muchos más cambios que debemos ver como normales, fruto de la nueva situación.

Nosotros, como padres, debemos continuar cubriendo sus necesidades cerebrales y acompañándole emocionalmente de forma individual, con respeto y amor incondicional.

¿Los celos son algo natural en la relación entre hermanos?

Sin duda, este es un tema importante. Debemos empezar entendiendo que los celos son completamente naturales, fruto de la complejidad emocional del ser humano. Los celos que sienten nuestros hijos se deben a un miedo atroz a perdernos, a no tenerlo que necesitan para sobrevivir.

Los celos en los niños se tratan siempre como algo que se debe reprimir, repudiar, dejar aparte… Sin embargo, como sucede con cualquier otra emoción, esto no es posible y tan solo conlleva que ese sentimiento de celos vaya creciendo en su interior.

Lo que los padres y las madres no deben hacer nunca cuando sus hijos sientan celos es dejarles solos, castigarles, reprimirles, gritarles o enfadarse con ellos por el simple hecho de estar sintiéndolos. Comprender verdaderamente qué están sintiendo nuestros hijos cuando tienen celos es uno de los mayores aprendizajes que podemos tener los padres.

Y es que, ante una manifestación de celos, es importante entender que lo que necesitan nuestros hijos no es castigarles, reprimirles, gritarles o enfadarnos con ellos; sino todo lo contrario. Cuando nuestros hijos sienten celos, nos necesitan más que nunca con escucha, comprensión, empatía y acompañamiento emocional.

¿Cómo podemos ayudar al niño a superarlos?

Entendiendo la naturaleza de los celos y, por tanto, acompañándolos adecuadamente. La mayoría de madres y padres desconocen realmente cuáles son las necesidades reales de la infancia de forma general. Y, por este motivo, no son conscientes de que no están realizando las cosas de manera adecuada para el desarrollo emocional de sus hijas e hijos.

“Quien tiene un hermano tiene un tesoro”. ¿Hasta qué punto es importante que los niños tengan hermanos para su desarrollo emocional?

Tener hermanos es una cuestión intensa que va mucho más allá de compartir tu vida con otra persona. La relación con nuestros hermanos marca nuestras vidas para siempre y nos condiciona todas nuestras relaciones futuras con amigos, compañeros de clase, de trabajo, e incluso en la convivencia con nuestra pareja.

Por este motivo, es muy importante que los padres sepan que van a haber cambios, emociones y cuestiones complejas en esta relación. Porque nuestros hijos nos necesitan por igual en cuanto a nuestro acompañamiento emocional, tiempo y atención, pero, también, a su vez, cada uno de ellos necesita cuestiones diferentes, ya que cada persona es única.

Los padres son realmente las personas que pueden facilitar que este vínculo sea óptimo, pero también pueden hacer todo lo contrario.

¿Cómo gestionar las peleas entre hermanos? ¿Son inevitables? ¿Es necesario intervenir siempre?

Lo primero que tenemos que comprender es que las peleas entre hermanos son naturales y forman parte de su relación. El verdadero problema es cuando muchos de estos conflictos los tienen a causa de cómo los padres acompañan esta relación.

Podemos decir que hay un 90% de conflictos evitables si nosotros, los adultos, aprendemos a saber actuar, y un 10% que son naturales y que ocurrirán, pero que el impacto de los mismos en su relación depende de cómo nos comportemos los adultos.

Se cometen muchos errores con los hijos y esto no solo acaba provocando que se lleven mal y que tengan conflictos cada vez más graves en su día a día, sino también y, quizás lo más importante, que su vínculo acabe siendo cada vez más distante y se sientan cada vez más lejos. Esto termina repercutiendo en problemas y desconexión en el desarrollo actual, y, por supuesto, también en la vida adulta.

Los motivos más frecuentes que pueden fomentar estas situaciones de peleas completamente evitables suelen ser las comparaciones entre hijos e hijas y también las etiquetas. Asimismo, hay que tener muy en cuenta las críticas continuas, el posicionamiento a favor de uno de ellos o el pensar que debemos dar a cada hijo exactamente lo mismo, cuando cada uno tiene unas necesidades diferentes acordes a su desarrollo cerebral, experiencia vivida o, en definitiva, a su propia identidad.

Es importante reflexionar sobre ello y tener más hijos porque realmente así lo deseemos, sabiendo que tenerlos va a suponer un acompañamiento extra, y que vamos a tener que convivir con dos, tres, cuatro personas pequeñas, cuya relación va a depender de nosotros, así como todo su bienestar psicológico.

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